Una vez culminado el año 2022, año en el que se ha tratado de volver a la normalidad, se ha pretendido dejar la pandemia de lado, regresando todos a las aulas, los distintos actores educativos se desenvuelven ya con cierta calma en sus obligaciones, no obstante a aquello, en el 2023 se prevé que el país deberá enfrentar grandes retos para conseguir un futuro promisorio en materia educativa.

Uno de los principales retos que se debe afrontar es recuperar los aprendizajes perdidos por los niños y jóvenes durante los dos años que duró la COVID 19, supuestamente se trató de establecer comunicación entre docentes y alumnos mediante medios telemáticos, pero quedó comprobado que no fue una solución efectiva, ni estudiantes, ni docentes pudieron adaptarse a estrategias emergentes de enseñanza, a más de aquello, se incrementó esa brecha que alejó a los niños de la escuela. Quisiéramos ver del Gobierno una política que logre enmendar estos problemas y encarrilar a los alumnos acelerando de alguna forma el nivel de aprendizaje, reduciendo tasas de deserción y garantizando un acceso del 100% de niños y jóvenes a una educación de calidad.

Otro tema que causa preocupación es la falta de mantenimiento y/o creación de infraestructura educativa, existen establecimientos que tienen ya sus años, algunos se caen en pedazos y a los directivos no les queda más que tocar las puertas de GADS u otras entidades para conseguir algún tipo de reparación o en su defecto se busca hacer milagros con los pequeños aportes que brindan los padres de familia. Es lógico que si la población crece se requerirá de más instituciones para no saturar de estudiantes las existentes, he ahí un proyecto nacional de creación de centros educativos, partiendo de las cifras poblacionales del censo que está en marcha, por ejemplo.  

En materia administrativa se deben pensar en rever el modelo centralizado de gestión puesto que este trae consigo mucha burocracia que entorpecen los trámites, un oficio demora meses en ser contestado. En cuanto al talento humano, existe personal en exceso en algunos departamentos mientras en otros en donde son altamente imprescindibles se carece de profesionales, por ejemplo, el personal para Vicerrectorado, para Inspección o para Consejería Estudiantil, son fundamentales y deben estar presentes en TODAS las instituciones educativas. Otro factor a considerar es la reposición de partidas docentes, existe una culminación de contrato o una jubilación y las instituciones se quedan sin docentes por meses.

En cuanto a autoridades educativas es inherente que cada institución cuente con sus representantes legales legitimante nombrados, que los concursos de méritos para cubrir las vacantes de directivos sean reabiertos y no sean mancillados de ninguna forma por intereses políticos. De igual manera dar mayor agilidad a los concursos para el ingreso al magisterio fiscal, la estabilidad laboral mejora el desempeño profesional dentro del aula. Los procesos de ascenso y recategorización son de alta prioridad, muchos docentes se han profesionalizado y han mejorado sus competencias, esto más la experiencia adquirida determina que el estado sea recíproco con este esfuerzo.

Sin duda alguna existen puntos álgidos que tratar dentro del sistema de educación, pero el verdadero reto para cumplir con todas las expectativas, está en obtener voluntad política del gobierno para invertir en educación, se requiere llegar al 6% del PIB, y es algo que el Ecuador está lejos todavía de hacerlo. Si la educación se la considera un gasto entonces estaremos condenándonos a seguir en el subdesarrollo, limitándonos tan solo a cubrir de pintura las descoloridas paredes de nuestras aulas y estar contentándonos con engañosos eventos de REINAUGURACIONES escuelas y colegios.