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La pandemia está presente, necesitamos otro accionar para contrarrestar sus efectos

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La crisis causada por la pandemia ha provocado cambios drásticos en la sociedad, ha afectado a todos los países del mundo, ha elevado la pobreza, y ha sido elocuente que los países de Latinoamérica están entre los más desiguales del mundo. Ecuador no es la excepción, el mal manejo de recursos, los actos nada éticos de sus gobernantes generan una total incertidumbre sobre el futuro de nuestra patria.

 

Las políticas públicas deben estar encaminadas a reducir ese problema de desigualdad, pero estamos siguiendo un rumbo equivocado puesto que las soluciones impuestas no están dando en lo absoluto buenos resultados, no existen verdaderas oportunidades de progreso para los ecuatorianos. Un claro síntoma de la mala administración de los servicios públicos es el servicio educativo, se percibe una verdadera inequidad social: los que más recursos poseen, tienen mayores posibilidades de educarse.

 

Aunque si se han implementado planes para mitigar los efectos de la pandemia a través del uso de recursos tecnológicos, esta modalidad ha puesto en manifiesto las enormes diferencias socioeconómicas entre las familias. Los docentes constatamos las dos caras de la moneda, por un lado, estudiantes que disponen de computadores de alta gama, y por otro lado batallamos con aquellos cuyos padres carecen de estos recursos, incluso carecen de tiempo como para poder retirar las tareas de las instituciones.

 

Teníamos, hasta antes de la pandemia, resultados alentadores en relación a la reducción de la brecha digital en nuestro país, lamentablemente por las circunstancias, ésta se ha agrandado. Ahora bien, consideremos otra brecha, la que existe entre los miembros de una familia y su nivel de educación, los padres que carecen de algún nivel de formación tienen mayores dificultades para apoyar a sus hijos en las tareas y peor acompañarlos en actividades mediadas por tecnología.

 

Realmente es un problema de difícil solución, pero si se lo podría atenuar de mejor manera, por ejemplo, que tal si primero se segmenta a la población educativa de acuerdo a sus características sociales y económicas para luego tratar a cada grupo en función a sus necesidades. Puede sonar ilógico, pero deberíamos desprendernos momentáneamente del concepto de igualdad, las características de nuestros niños y jóvenes son muy diferentes, por ello sería mejor tratarlos de acuerdo a sus peculiaridades. Antes de pensar en planes de retorno porque no invertir en un estudio que identifique las reales necesidades de los discentes, sería el primer paso, luego vendrán las estrategias de intervención no solo de forma sino de fondo de acuerdo a los resultados encontrados.

 

Recordemos que el covid va estar presente por un largo tiempo, debemos aprender a convivir con él, no arriesguemos llevando la educación a las aulas mientras no existan las garantías de salud, se desea una vacuna efectiva que llegue a los más de 4.000.000 de estudiantes y 170.000 docentes, hasta tanto seamos innovadores, ingeniosos, replanifiquemos desde las altas esferas nuevas formas de llevar el proceso educativo con soluciones que brinden similares oportunidades de aprender para todos pero ante todo que preserve la salud y vida de todos los ecuatorianos.

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