
DESDE EL CAÑIRICO - AZOGUES - ECUADOR
BARCELONISTA E IRACUNDÓMANO DE CORAZÓN

La Navidad tiempo reflexionar y de enseñar
Uno de los eventos mas importantes en el calendario es la Navidad, fecha en la que procuramos pasarnos a gusto con nuestro vínculo social, familia, amigos, compañeros, debería ser un motivo para meditar por el bienestar y la armonía entre todos los seres humanos, aunque para algunos consiste únicamente en una temporada de celebración vana, una época para adquirir objetos que muchas de las veces no son necesarios en nuestras vidas.
La Navidad no nos induce ni nos deja enseñanza de temas como la pobreza, la justicia social, la corrupción y sus consecuencias en el progreso de los pueblos, el egoísmo, los peligros del abuso de poder y el autoritarismo. En estas fechas lo que menos se hace es reflexionar sobre la escasez de comida para mucha gente, no todos los niños pueden recibir ese regalo que la mercadotecnia ofrece, más bien esa publicidad se encarga de acribillar psicológicamente a los más desvalidos.
¿Qué podemos hacer desde la escuela para que la Navidad realmente traiga una enseñanza que vaya más allá de lo superfluo, de lo material, de lo tradicionalista? Independientemente de las costumbres y tradiciones, el fomentar los valores aprovechando las temporadas festivas como la Navidad, debería ser parte de los objetivos de las celebraciones dentro de las instituciones, el perdón, la paz, la gratitud, la alegría, la paciencia deben ser siempre contemplados por las comunidades educativas. Los docentes somos capaces de vivir respetando y apoyando al prójimo, nuestra profesión nos hace ser bondadosos, tolerantes y empáticos. Cualquiera que sea la actividad programada, un intercambio, un programa social, un concurso, un video, debe llevar consigo un mensaje de vida que se complemente con los valores pregonados durante todo el año lectivo.
El entorno familiar es mas importante aun para que el niño o joven asimile las enseñanzas en la navidad, lamentablemente en las escuelas y colegios públicos existen chicos de toda clase social y que provienen de distintos tipos de hogares, me he puesto a pensar ¿Qué sentirá aquel estudiante de bajos recursos al escuchar que su compañero adinerado recibió de regalo una tablet o una computadora o el último play station y que se pasó comiendo pavo y pernil durante las festividades? Esa escena le será casi imposible de olvidar, y que puede llevarlo a tomar actitudes que nada tienen que ver con la buena práctica de valores, contrarrestar ese efecto debería ser otro de los objetivos primordiales cuando se planifique una actividad navideña dentro de una institución educativa.
El tan trillado término de espíritu navideño para que sea verdadero debe traer consigo reales prácticas de solidaridad y responsabilidad social que no inviten al estudiante a transformarse en un buen chico solo durante la cena de navidad, sino que se constituya en algo sostenible y perdurable en el tiempo, en la vida, que dentro de la personalidad del niño o adolescente se cimenten bases sólidas que, cuando sea adulto, sea realmente un factor de cambio para bien, que luche por el bienestar común en su hogar, en su familia, en su trabajo o en el grupo social en el que llegue a desenvolverse.